Cuando los bebés aprenden a desplazarse por sí mismos gateando, y posteriormente cuando ya saben caminar, no habrá quien los detenga. Son como diligentes hormiguitas que van de aquí para allá, explorando, conociendo, descubriendo.
La energía de los primeros tres años de vida es especial. Los niños y las niñas parecieran ser incansables pues no se detienen durante el día más que unos minutos para comer y en algunos casos, para tomar una siesta. Pero en sus momentos de vigilia, son maquinitas que van de un lado a otro probándolo todo. Si alguien está jugando con ellos, su energía les permite mantener la atención en el juego hasta agotar todas sus posibilidades para jugar algo más.
Sabiendo, entonces, cuál es la dinámica de los bebés a esta edad, es lógico entender que adonde los llevemos necesitaremos ayudarles para que puedan mantener en alguna medida la misma actividad que tienen en casa. Si vamos de visita, por ejemplo, no será posible que el/la bebé permanezca sentado/a y callado/a durante la visita si no tiene algo qué hacer. Sin embargo, esto sí puede suceder si le llevamos el juguete que tanto le gusta explorar en casa, libros con imágenes coloridas y atractivas o una “pizarra mágica” sobre las que se escribe con un lápiz especial de plástico o de punta imantada. Tarjetas con figuras, bloques para armar, paletas de colores, en fin, todo tipo de juguetes para construir son útiles para que pueda ocupar su energía, mientras los adultos conversan.
Las casas desconocidas son un reino sin explorar que por supuesto, atraerá el interés del/la bebé. En ocasiones, los anfitriones tienen algún juguete guardado nuevo o que era de los niños de la casa; esto mantendrá su atención por un buen tiempo. Una de las reglas de oro de los infantes en las primeras edades es: lo nuevo por conocer siempre tiene más posibilidades que lo viejo conocido. Trasladarse a conversar en el jardín puede ser lo mejor para permitir que el/la bebé lo recorra. Llevarle ese juguete que tanto le gusta empujar o halar, puede darle seguridad para explorar el jardín por sí mismo/a. Una pelota debe estar siempre dentro de la maleta de viaje, si es inflable cabe perfectamente, si no, su lugar permanente puede ser el baúl del automóvil. Las pelotas son un juguete de muchas posibilidades desde que los bebés gatean.
|
La comida también nos puede dar algún tiempo de conversación. Lo mejor será preferir alimentos secos que el/la bebé pueda tomar con sus manos, tales como cereal, galletas, palitos de pan, zanahoria, apio, pasas, trozos de manzana. La elección dependerá de las habilidades para comer del/la bebé y aquellos alimentos a los que está acostumbrado. Colocar una manta debajo para recoger migas o restos de comida demostrará consideración con los anfitriones. Jugos naturales en vasos cerrados antiderramables o que utilizan pajilla también son una buena opción.
Ayudándole a controlar sus impulsos de ir de aquí para allá con estas estrategias, enseñamos al(la) bebé a comportarse cuando va de visita. Lo importante es entender sus necesidades, reconocer que necesita estar haciendo algo porque es su época óptima de aprendizaje y que en la medida en la que pensemos primero en él/ella, nuestra vida también será más fácil. Cuando se tiene hijos/as menores de tres años quizás lo mejor sea programar las reuniones sociales para un máximo de dos horas, aunque todo depende de la familiaridad con los anfitriones o visitantes, las habilidades del/la bebé, si hay o no compañeros de juego, etc.
Lo anterior también se aplica en cualquier otra situación en la que hay que esperar, como en la consulta con el médico, cuando vamos a recoger al hermano/a mayor o debemos esperar a alguien, como cuando se espera a que el hermanito o la hermanita mayor salgan de algún curso, etc. Niños y niñas necesitan de nuestra ayuda para aprender a comportarse. Uno de los principios que pareciera tener sentido en relación con los niños y las niñas entre los ocho meses y los tres años es que no se quedarán “quietos” a menos que la tarea entre manos sea lo suficientemente retadora para su inteligencia. Es decir, que únicamente lograremos mantener su atención con actividades que les interesen y les motiven a explorar, de preferencia con todos sus sentidos.
El juego siempre es la fórmula ideal para interactuar con los bebés. El juego con los adultos aporta aprendizajes importantes, pero el juego individual también es de gran valor, pues fomenta la independencia y la autorregulación, por lo que experiencias como las visitas y los momentos de espera son fabulosas oportunidades de aprendizaje y desarrollo para los niños y las niñas
|