Posiblemente el castigo físico a los niños y las niñas marcó una larga época de educación de los hijos en el siglo pasado. Afortunadamente, esa práctica abusiva y de maltrato está desapareciendo en la medida que los padres y las madres aprenden a entender las necesidades de desarrollo de sus hijos y la importancia de modelar comportamientos dignos de imitar.
Resolver los problemas a golpes nunca es la mejor opción. Es la opción más primitiva. Los seres humanos estamos dotados de una capacidad superior para entender desde la razón las situaciones problemáticas y controlar nuestros impulsos emocionales para decidir de forma consciente la mejor solución. Ese es el mismo proceso que debemos modelar a los niños y las niñas para que vayan también aprendiendo a resolver efectivamente sus problemas.
Tener un objeto para “amenazar” al niño o la niña (aunque no se le golpee con eso) con el fin de que obedezca, ha sido una lamentable práctica común por muchas décadas. Obedecer bajo amenazas no tiene sentido alguno. Los niños y las niñas necesitan aprender a hacer las cosas que se les pide por convicción, porque entienden que es lo mejor para ellos y para todos en ese momento, y por ninguna otra razón.
Amenazar a un niño o una niña con golpearlo/a o golpearlo/a directamente tiene efectos nocivos en su formación. En principio, lo que se infunde es temor y habrá qué reflexionar sobre esta emoción. El temor es útil a los humanos para escapar del peligro, pero no es una emoción deseable para realizar el resto de actividades. Mucho se habla, por ejemplo, del temor a la ley o al castigo para que las personas se conduzcan debidamente, pero eso no sería necesario si esas personas que infringen la ley hubieran aprendido desde pequeños a buscar las mejores alternativas de vida, aquellas que los hicieran ser mejores personas y beneficiaran a quienes están a su alrededor.
Formar un ser humano temeroso no potencia en nada su desarrollo óptimo. Por el contrario, existen muchos otros valores y virtudes superiores que sí valdría la pena formar, como por ejemplo, la rectitud, la tolerancia, la paciente, el amor, la paz, la libertad, etc. Lo que sí es cierto es que ninguno de estos altos valores y virtudes se forman a golpes ni cinchazos.
|
Ofrecer “una cinchada” (golpear con el cincho o la faja) a un niño o una niña le asusta innecesariamente y lo único que se conseguirá es que su comportamiento sea opuesto al que se desea. Intimidar y asustar no son recursos de padres y madres efectivos, por el contrario, son acciones que debilitan la relación y construyen imágenes distorsionadas de un padre o una madre en los niños y las niñas.
Lo que un padre o una madre efectiva desea es mantener una relación estrecha con sus hijos basada en sentimientos de amor, seguridad y comprensión. No se trata de exceso de permisividad sino de enseñar a hacer lo correcto por amor, con seguridad en sí mismo y entendiendo claramente los beneficios del buen comportamiento.
Al ofrecer o propinar cinchadas, el padre o la madre demuestran su falta de control, provocando en el niño o la niña descontrol también, y reacciones adversas y emociones aún más limitantes como el odio, el resentimiento, la impotencia y la ira. La construcción del carácter no parte de emociones limitantes, sino que surge a partir del desarrollo de emociones potenciadoras que permitan al niño o a la niña a tomar decisiones provechosas para sí mismo/a y los demás.
Ningún padre o madre tiene el derecho para infringir dolor físico en sus hijos. Su labor debe ser potenciadora en todo momento de las capacidades en desarrollo de sus hijos e hijas. Partir siempre de lo que ya puede hacer para formar más altas capacidades. Ayudar a formar la capacidad de discernimiento entre lo debido y lo indebido, lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo, a través del análisis de los eventos, es una de las labores más importantes de los padres y las madres que se inicia con el nacimiento de los hijos. El análisis lógico se desarrolla con la práctica y los niños y las niñas que no reciben estimulación desde corta edad para hacer este análisis, encontrarán muy difícil en el futuro tomar las mejores decisiones para sus vidas.
Antes de ofrecer o propinar una cinchada a sus hijos, asegúrese de estar en control de sus emociones y capacidades mentales para que pueda encontrar mejores formas para persuadir el comportamiento de sus hijos a partir de la capacidad de análisis y de emociones positivas.
|