El estado de ánimo en los niños (primera parte) Por Profa. María Marta Castro Especialista en estimulación temprana y adecuada
El estado de ánimo en los chicos va a tener una gran influencia en su comportamiento, el cual también dependerá en gran medida del ambiente que lo rodea.
Los chicos manifiestan sus emociones de manera espontánea; es común ver pequeños que ríen a carcajadas, como lo es ver cómo a medida que crecen algunos van perdiendo esta capacidad, y son cada vez menos los momentos en que se muestran alegres. En esto contribuyen en parte importante los adultos, ya que muchas veces prestan más atención a los chicos cuando están tristes, enojados y de mal humor. Así como es importante tomar en cuenta estas emociones, es necesario también reforzar los momentos en que los niños expresan alegría y están de buen humor.
Generar espacios de diversión, compartir experiencias placenteras y momentos de diversión con los niños, es otra tarea que los padres deben procurar hacer todos los días.
La manifestación del humor varía con la edad
Cuando el adulto se acerca y le sonríe a un bebé en sus primeros meses, el bebé se ríe por imitación y luego aprende a reír a carcajadas. A medida que crecen, los chicos comienzan a encontrar divertidas ciertas cosas, y entonces aplican el conocimiento que tienen de la facultad de reírse y logran hacerlo.
Estrictamente, el humor aparece a los dos años de vida, cuando puede comprender que algo inesperado ha sucedido .Los expertos señalan que el humor juega un rol fundamental en el desarrollo intelectual. Un niño que aprende a ver lo absurdo de una situación o la forma inesperada en que termina otra, como ocurre en los chistes, está desarrollando su inteligencia abstracta y emocional.
Es recomendable estimular el desarrollo del buen humor en cada una de las etapas de los niños, siendo esto una manera de asegurar en cierto modo que cuando grandes sigan haciéndolo.
La actitud familiar frente al como se enfrentan las distintas situaciones es de fundamental importancia para la incorporación de hábitos de conductas relacionados con la expresión del buen o mal humor. Se aporta valor a la convivencia y al desarrollo particular de los chicos cuando se fortalece la expresión de la alegría mediante la sonrisa como manifestación de optimismo y señal de que se disfrutan los propios logros, y también como una manera de enfrentar con esperanza las situaciones negativas.
Es importante darles a los chicos mensajes coherentes de actitudes de vida que les permitan valerse de cosas simples para resolver dificultades y ayudarles a desarrollar la capacidad de disfrutar de los pequeños detalles.
El aprender de disfrutar de pequeñas cosas, como observar el cielo al atardecer, tomar algo fresco cuando hace mucho calor o darse una ducha caliente en un día frío ayuda a encontrar en esas mismas cosas recursos útiles para afrontar frustraciones en la adolescencia y en la edad adulta.
El mal humor en la primera infancia generalmente está asociado a la necesidad de demostrar el querer satisfacer una necesidad real.
Los niños pequeños no cuentan con las destrezas del lenguaje para expresar lo que quieren o necesitan y entonces se comportan mal por estar cansados o con hambre.
En la primera infancia, el mal humor puede indicar que:
Se siente enfermo/a
Le falta de contacto con la madre o el padre
Estuvo muchas horas alejado/a del cuidado de sus padres
Aún no se adapta bien a algún cambio (mudanzas, destete, dejar el chupete, separación de los padres)
Está muy emocionado/a
Se siente aburrido/a o frustrado/a
Tienen que esperar demasiado en la sala de espera de un médico o en la parada de un colectivo
Algunas conductas características de mal humor pueden ser: llanto, caprichos, agresividad, descontento, desgano, falta de interés y malas contestaciones.