Alguna vez me hice esta pregunta: ¿está en peligro la fantasía en nuestro mundo actual?

Posiblemente alguno de ustedes dirá que es un disparate, sobre todo sabiendo que la tecnología se ha
desarrollado a tal grado que es virtualmente imposible estar ajenos al constante movimiento del cine y  los
videojuegos.  Pero justamente ahí reside el por qué de mi pregunta inicial.

Es cierto: año con año vemos cómo los niños se divierten con películas creadas a partir de una idea básica que
cambia –según mi apreciación-, en que si el personaje de la primera es una hormiga, en tanto que en la
siguiente será un elefante, un águila o una oruga.  Sí. Pienso que los niños de éstos tiempos han tenido menos
suerte que nosotros, los que pertenecimos a una generación (y pido disculpas por generalizar) en la era muy
simple salir a la calle, divertirse con cajas de cartón, inventar palacios soltando el mantel del comedor sobre las
sillas, ser conquistadores en el pequeño jardín y jugar a ser astronauta o aviador mientras corríamos sujetando
una caja de crema dental.

Los niños actuales tienen otros recursos, pero su fantasía se ha limitado porque ahora perciben el mundo de
otra forma.  Ahora, la fantasía se fabrica, dura unas horas y el seguimiento se da por medio de promociones de
breve duración.  No digo que esto sea malo.  Digo simplemente que es tarea de los padres en primera instancia,
y los educadores, retomar el sentido de la fantasía infantil y encauzarla.  

Aquí es donde entran los títeres…pero: ¿qué es un títere?  
Un títere es un muñeco.  Sí, pero además de ser un muñeco, tiene muchas otras “responsabilidades” bajo su
apariencia de juguete.  Un títere es un confidente, un amigo, un compañero con el cual el niño va descubriendo
esa fantasía y por si fuera poco, transmite sus ideas sobre el mundo y representa lo que su hermosa imaginación
quiere decir cuando a veces no hay palabras.  Es ahí donde el títere encuentra su lugar: ayudando al niño a
vencer sus miedos, enseñándole valores, virtudes y toda la dinámica de la fantasía.  Un títere involucra a los
padres, quienes con su amor pueden apoyarse en estos fantásticos seres para comunicarles a sus hijos lo que
muchas veces olvidan: que ellos también fueron niños.  

Rescatemos la fantasía; juguemos con nuestros hijos; construyamos juntos esos juegos que se valoran más
cuando han sido hechos con “nuestras propias manos”.  Esa también es otra de las virtudes de un títere:
sorprenden a los niños porque descubren sus capacidades creadoras y valoran el hecho de haberlo creado con
sus manos.  

¡Rescatemos la fantasía, démosle al títere un lugar especial en nuestras familias!



Volver al índice de artículos



El contenido de este artículo es responsabilidad exclusiva de su autor.








www.depadresahijos.org
Rescatando la Fantasía
Por Antonio González
Arquitecto, dramaturgo y titiritero
Taller títere fue!