© Derechos reservados, 2004-2006.
|
Califique este artículo:
La opinión de los lectores es muy importante para ofrecer contenidos de calidad, así como para personalizar los artículos y
satisfacer mejor sus necesidades de información. Por favor, califique este artículo según la siguiente escala e incluya sus
comentarios. Gracias.
(Escala: *** Excelente, ** Bueno, * Regular)

Otra situación frecuente es que los padres y las madres cuando
van a salir no se despidan del bebé para evitar que se quede
llorando. Con frecuencia los padres se escabullen sin que los
niños los vean. ¿Qué sentimientos provoca en los niños esta
actitud? Los bebés empiezan a pensar que sus padres son
escurridizos y que deben vigilarlos constantemente no vaya ser
que de nuevo se les desaparezcan. Son las personas más
importantes de sus vidas y lucharán por mantenerlos a su lado
con todo lo que tengan. Al “escabullirse” padres y madres logran
justamente el efecto contrario, que las despedidas sean cada vez
más terribles y que no puedan dejar a los niños ni un segundo.
Los bebés necesitan estar en control y conocer lo que va a pasar
en todo momento. Durante la primera infancia la estabilidad
emocional de los niños y de las niñas depende de cuánto sean
capaces de prever lo que pasará y anticipar el comportamiento
que exhibirán.
Cuando los padres y las madres simplemente se escabullen, los
niños y las niñas interpretan la situación a su manera y se corre
el riesgo de que saquen conclusiones que no se desean. En el
caso concreto cuando los padres no van a regresar a dormir o
llegarán muy noche, por ejemplo, los bebés necesitan saber que
verán a sus padres hasta el día siguiente, de lo contrario, si están
acostumbrados a que sea papá o mamá quien les ayude a
dormir, intentarán esperarlos. Lo que padres y madres necesitan
hacer es explicar a sus hijos lo que esperan que ellos hagan en
su ausencia. Los bebés necesitan saber que seguirán la misma
rutina a la que están acostumbrados, pero que será su abuela,
su tía o la persona designada quien estará con ellos y los
prepare para dormir.
Escabullirse y no decir cuándo se volverán a ver y cumplirlo,
siembra la semilla de la desconfianza. Hablar siempre con la
verdad, despedirse y convenir en lo que los niños y las niñas
harán en ausencia de sus padres y volver a la hora convenida,
les enseña a confiar en ellos, a reconocer a sus padres como
seres humanos confiables. Les enseña que sus padres estarán
siempre para ellos en la medida de sus posibilidades para
hablarles con la verdad y ayudarles a avanzar en el camino de la
vida.
Aprender a confiar en los padres por Mónica Sulecio de Álvarez Licenciada en Educación
|
La primera infancia es la época en la que se cimientan las bases
para los valores y las emociones más sublimes y trascendentes.
Un valor importantísimo que padres y madres necesitan
esmerarse por formar en sus hijos es la confianza en ellos.
Cuando los hijos están en el período de la adolescencia, se hace
énfasis en la confianza que debe existir entre padres e hijos para
que los jóvenes se acerquen y compartan sus problemas con su
padres, confiando en que ellos les ayudarán a resolverlos de la
mejor manera posible. Pero, ¿como se construye esa confianza?
¿Cómo se garantiza que los hijos y las hijas crezcan confiando en
sus padres y sintiéndose seguros de su apoyo y
acompañamiento? ¿Cuándo se empieza a construir esta
confianza?
De acuerdo con la teoría de desarrollo psicosocial de Erikson, es
en los primeros meses cuando el niño y la niña desarrollan la
confianza básica en los adultos que les rodean a partir de las
experiencias que tienen con sus padres y cuidadores. Si éstos
últimos responden con prontitud, cariño e interés a sus llamados,
en la lógica de los bebés esto significa que los adultos son
personas confiables.
La confiabilidad es una cualidad que los padres y las madres
necesitan cultivar y garantizar a sus hijos con gran esmero. Un
elemento principal de la confiabilidad es la verdad. Decir a los
niños y las niñas la verdad les enseña a ellos a decir también la
verdad, pero además les demuestra que pueden confiar en sus
padres pues están seguros de que lo que les dicen es cierto.
Cuando un bebé de año y medio está jugando con algo que los
adultos no desean que utilice por el riesgo a que se lastime o lo
arruine, es frecuente que “escondan” el objeto. Luego, ante la
pregunta del bebé sobre su paradero, se apresuran a dar
respuestas como “se lo llevó el ratón”, “se lo llevó el policía”, “se
lo llevó el gavilán” o simplemente, “no está” o “se fue”. En
principio, se está diciendo una mentira, y para enseñar a decir la
verdad se debe ser modelo de verdad SIEMPRE. Por otro lado,
se están dejando ideas incongruentes en la mente de los bebés.
“¿Cómo puede ser que un ratón se haya llevado algo si ni
siquiera le ha visto?” o “¿Para qué querría un ratón el collar de la
abuela?” Finalmente, si el bebé descubre que sus padres le han
mentido aprenderá a no confiar en su palabra y la próxima vez
dudará de que lo que le digan sea cierto. Como padres y madres
de familia lo que interesa para guiar el proceso de formación de
los hijos es que niños y niñas crean y confíen en ellos.
