Hemos destinado esta sección para tratar de resolver las dudas que con frecuencia tienen padres y madres
de familia respecto a sus hijos.  Incluiremos las preguntas que nos envíen desde el formulario que aparece
en la página principal.
Utilice la opción de búsqueda para encontrar fácilmente temas
específicos abordados en las distintas secciones del sitio:
38. ¿Cómo crear en mi hijo una gran autoestima?

Esta pregunta es realmente crucial en la etapa de la primera infancia pues a esta edad, la autoestima depende casi en su
totalidad de las actitudes y comportamientos de los padres y las madres de familia hacia sus hijos.  Los niños y las niñas
menores de seis años aún no poseen el nivel de pensamiento que les permita construir su propia autoimagen y adoptar una
valoración de sí mismos desde su propia perspectiva.  Los niños y las niñas menores de seis años, por el contrario, construyen
su autoimagen a partir de lo que su padre y su madre les dicen que son, ya sea directa o indirectamente.

Los mejores mensajes para fortalecer la autoestima en las edades tempranas son dedicándoles tiempo, elogiándolos y
aumentando su sentido del logro permitiéndoles hacer muchas cosas con nuestra orientación.

Cuando compartimos tiempo con nuestros hijos, el mensaje que reciben es que son importantes para nosotros. Sentirse
importante para la persona que más se ama en la vida potencia sentimientos de autoaceptación y satisfacción consigo mismo.  
Para los niños y las niñas, sentir que dentro de la rutina diaria de papá y de mamá hay un espacio para jugar con ellos es un
mensaje muy fuerte de que son valiosos.

Saberse capaces también fortalece la autoestima.  Alrededor de los dos años, niños y niñas empiezan a mostrar un fuerte
interés por hacer las cosas “ellos solitos”.  Toman la iniciativa para hacer de todo: vestirse, lavarse, servirse agua, etc.  Cuando
esas iniciativas reciben respuestas estimulantes que les ayuden a adquirir alguna destreza (desabrochar, servirse jabón,
sostener un vaso, etc.) su sentido de que son capaces aumenta, y por ende, su autoestima.  

Por último, elogiar antes que reprender.  Es mucho mejor elogiar las conductas adecuadas de los niños que reprenderlos cada
vez que hacen algo indebido.  Los elogios les transmiten la idea de que están tomando decisiones adecuadas, mientras que
los regaños constantes van haciéndoles creer que no hacen nada bien.  Como padres y madres, esto significa estar alerta a
los comportamientos adecuados para elogiarlos como por ejemplo, que se haya lavado sus manos antes de comer, que haya
recogido sus juguetes después de jugar, etc.  Lo importante es que el elogio sea sincero, oportuno y en su justa dimensión.  
Hay que tener cuidado con elogiar sin sentirlo, así como con exagerar el elogio o elogiar demasiado. Recomendamos los
artículos "
Papi, mami: juguemos", "Ellos aprenden de nuestras reacciones" y "¿Es mi hijo una persona insegura?".

39. ¿Cómo hacer para que mis hijos de 12 y 11 años no se peleen por cualquier cosa?(es niña y niño)

Gracias por la pregunta.  Aunque en esta Escuela Virtual nos concentramos en la educación de los niños y las niñas de 0 a 6
años de edad, intentaremos aconsejar alguna estrategia que pueda implementar en casa para mejorar las relaciones entre
sus hijos.

En la Escuela Virtual partimos de que la mayoría de los comportamientos que se exhiben en la infancia intermedia,
adolescencia y vida adulta fueron forjados en la primera infancia.  La primera sugerencia es por tanto, reflexionar acerca de la
relación entre los hermanos desde que eran pequeños.  ¿Cómo se llevaban a los tres, cuatro, cinco años, etc.? ¿Cuáles han
sido los sentimientos que han prevalecido entre ellos desde que eran pequeños? ¿Cuál es el modelo que tuvieron de
pequeños para la resolución de problemas? ¿Cómo resuelven los problemas mamá y papá?

Es aconsejable una conversación a solas con cada uno, en un momento libre de presiones y sin que se haya producido
discusión alguna previamente.  La intención de esta conversación sería explorar qué es lo que a cada uno le molesta del otro.  
Es sumamente importante que la actitud del padre o de la madre que inicia esta conversación demuestre un genuino interés
por ayudar, pero sobre todo de escuchar sin juzgar.  En la medida de lo posible, al final de esta conversación convendría
acordar una estrategia sobre cómo actuará cada uno cuando sea el hermano o la hermana quien inicie una discusión.

Además, necesitan conocer y poner en práctica el método lógico de resolución de problemas, así como aprender a
comunicarse y a conocerse mejor entre sí. Una estrategia puede ser jugar juegos de mesa juntos (niños y padres), pero con
una regla adicional: cuando alguien se sienta molesto, toca una campanita, chinchín, pandereta o cualquier elemento sonoro
para pedir “tiempo fuera” y contar hasta sentir que la tensión baja para hacer el reclamo que considere pertinente.  El
instrumento también puede tocarlo cualquier otro participante del juego cuando observe que alguien necesita “tiempo fuera”.  
Para no “señalar” directamente a quien necesita tiempo fuera, pueden contar todos hasta 10 empezando recio y terminando
bajito y dejar un espacio para quien quiera expresar algo, lo haga.

Guillermina Baena en su libro “Cómo desarrollar la inteligencia emocional infantil” recomienda siete pasos para todos los que
se enojan:

1. Reconocer el enojo que está sintiendo.
2. Decidir qué fue lo que nos hizo enojar realmente (no “la gota que derramó el vaso”).
3. Conceder al presunto provocador el beneficio de la duda.
4. Contar hasta 10 (suficiente tiempo para que el cerebro se oxigene y se recupere del coraje).
5. Manejar la queja, sin atacar o chantajear a la otra persona (ser especialmente claros con los niños: describir el
comportamiento, hacer ver las consecuencias de ese comportamiento y las ventajas de exhibir el comportamiento demandado).
6. Escuchar al interlocutor (en el caso de los niños, analizar los acontecimientos que antecedieron la conducta exhibida)
7. Perdonar

Recomendamos la lectura del libro “Las Familias Altamente Efectivas” de Stephen Covey.

40. Mi hijo de 4 años tiene desde hace unos dos meses un amigo imaginario.  Ahora este amigo imaginario tiene una familia
completa, con la cual mi hijo "interactúa", aunque él siempre nos aclara que son sus amigos de imaginación.  ¿Hasta qué
punto es sano este juego y cómo debemos apoyarlo nosotros sus padres?

Gracias por la pregunta.  Los amigos imaginarios son perfectamente normales en los niños entre el período de los tres a los
siete u ocho años.  Muchos relacionan esta actividad con una intensa capacidad de imaginación y creatividad de los niños y de
las niñas, por lo que en ningún momento debe censurarse ni menospreciarse.

De acuerdo con las teorías de desarrollo cognitivo, en especial la de Vygotsky, el juego del amigo imaginario puede servir al
niño o a la niña para representar mejor la realidad social en la que vive.  De acuerdo con Vygotsky, el aprendizaje se adquiere
primero en interacción con el medio exterior (en este caso sería el imaginario), para fijarlo después internamente en la mente y
hacerlo propio.  Vale la pena entonces, observar esa interacción que mantiene su hijo con sus amigos imaginarios para
determinar si éste es el caso.  Si fuera así, el juego imaginario le sirve únicamente como una herramienta de aprendizaje y el
mejor apoyo que pueden dar los padres es respetar esa relación e incluso interactuar con los amigos cuando la situación sea
propicia o el niño lo pida.  Por ejemplo, si conversando con sus amigos imaginarios alguno de ellos hace una pregunta y el
niño les traslada la pregunta diciéndoles “dice Miguelito que quiere saber por qué …”, la respuesta debe dársele con toda
normalidad siguiendo con la interacción: “Dile a Miguelito que es porque… ¿Por qué lo pregunta?”.

Por otro lado, si al observar la interacción entre el niño y sus amigos imaginarios se identifican temores o preocupaciones que
“padecen” los amigos imaginarios, entonces hay que estar mucho más alertas pues significa que el amigo imaginario está
sirviendo como una herramienta para manejar emociones que superan la capacidad del niño para entenderlas y controlarlas.  
En este caso particular, en el que los amigos imaginarios del niño conforman una familia, vale la pena prestar mucha atención
a cómo se comportan los miembros de esa familia y cómo se relacionan entre sí para detectar, a lo mejor, algo que le esté
molestando al niño de su propio entorno familiar.  En tal caso, deberían tomarse las acciones necesarias para mejorar
aspectos de interacción en la propia familia.

Los amigos imaginarios son mecanismos que utiliza la mente concreta infantil para entender realidades abstractas.  Es un
mecanismo perfectamente normal que por lo tanto debe tratarse con la misma normalidad con la que los niños y las niñas
interactúan en esa realidad que imaginan.
© Derechos reservados, 2004-2006.
Nota:  En esta sección se ofrecen consejos prácticos para cada pregunta con base en la teoría
existente y los criterios propios de la Asociación Guatemalteca De Padres a Hijos. Para abordar a
profundidad cada tema y tratar cada situación específica, se recomienda la consulta directa con
un psicólogo u otro especialista.
Preguntas que los padres nos
hacemos con más frecuencia
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