Hemos destinado esta sección para tratar de resolver las dudas que con frecuencia tienen padres y madres
de familia respecto a sus hijos. Incluiremos las preguntas que nos envíen desde el formulario que aparece
en la página principal.
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específicos abordados en las distintas secciones del sitio:
41. ¿Por qué los niños despiertan llorando a media noche?
Gracias por la pregunta. Asumimos que no se trata de un bebé, pues en los bebés la regla general es que despierten cada
dos o tres horas en la noche para satisfacer necesidades alimenticias o de incomodidad. A partir de los cuatro o seis
meses, los bebés deberían dormir por períodos de por lo menos siete u ocho horas corridas.
Después del año, despertarse llorando a media noche puede tener diversas causas. Puede tratarse de una descarga de
energía que el niño o la niña acumuló durante el día y no tuvo tiempo de liberar. La solución en este caso es bastante
sencilla: permitir que el niño o la niña tengan suficientes oportunidades para ejercitarse en sus horas de vigilia.
Por otro lado, hay que revisar la rutina antes de dormir. Ésta debe incluir pasos que tranquilicen a los niños: bañarse con
agua tibia, comer algo liviano, beber una taza de leche tibia, leer algún cuento o historia agradable, evitar los juegos
demasiado activos y por supuesto, evitar ver la televisión. La rutina antes de dormir puede incluir un repaso de las
actividades que se realizaron durante el día, de lo que les gustó hacer y de lo que les gustaría hacer al día siguiente.
Cuando los niños ya duermen solos en su habitación, es importante que tengan la certeza de que si necesitan algo, sus
padres están cerca y siempre pueden contar con ellos.
El llanto nocturno puede deberse en ocasiones a temores causados por programas de televisión, situaciones
atemorizantes que se hayan vivido durante el día, conflictos familiares, etc. La mejor estrategia es, cuando el niño o la niña
despierte llorando, preguntarle directamente cómo se siente y por qué se siente así. ¡Atentos entonces a la respuesta! Si
se produce una respuesta concreta, pueden aclararle, por ejemplo, que el personaje que vio en la televisión sólo existe en la
televisión y proponerle que si le hace sentirse mal, lo mejor es que no vea tal o cual programa. Acuerden siempre una
acción concreta que llevarán todos a cabo para que el niño no vuelva a experimentar ese sentimiento que le molesta. Por
otro lado, si no es capaz de identificar lo que siente ni por qué lo siente, lo mejor es acompañarlo y dejar que extinga su
temor, angustia, cual sea que sea la emoción, a través del llanto, idealmente en su propia cama y ayudándole a acostarse
de nuevo y a conciliar el sueño.
En algunas culturas dormir en la cama de los padres no es una opción a considerar, no obstante, entre los guatemaltecos,
el colecho es un recurso eficaz que al ser utilizado con moderación, consolida en los primeros años del niño o de la niña la
protección segura que debe encontrar siempre en sus padres.
El mensaje más importante que deben recibir los niños y las niñas es que siempre cuentan con la presencia de sus padres
para ayudarles a aprender a lidiar con todo aquello que parezca ser superior a sus capacidades.
42. Mi bebita tiene 1 año 2 meses. Soy madre soltera y mi madre la cuidaba, mientras yo trabajo. Hace pocos días mi
madre decidió regresar a trabajar, por lo que mientras busco la guardería adecuada, mi bebita estará con una señora
que conozco desde hace varios años y a quien le tengo mucha confianza. Sin embargo, he notado cambios en su
comportamiento ya que está lloroncita y hace berrichitos que no hacía antes. Gracias por la orientación que puedan
brindarme para ayudar a mi bebita a superar este cambio.
Gracias por su pregunta. Efectivamente los niños y las niñas alrededor del primer año experimentan cambios de
comportamiento radicales. De ser dulces y complacientes bebés, ahora pueden mostrarse voluntariosos y rebeldes. Esto
es perfectamente normal y un indicio de avance en su desarrollo.
En principio, al lograr más independencia porque ahora ya pueden desplazarse solos, ya sea gateando o caminando, los
bebés empiezan a ganar confianza sobre lo que pueden hacer y se animan a probar nuevos retos. Lo interesante es que
ellas y ellos mismos no están tan seguros de querer hacerlo porque en la mayoría de los casos implica alejarse de sus
padres o de las personas que los cuidan y a quienes aman, y esta situación aún les causa temor. No están seguros de que
al perderlos de vista puedan encontrarlos de nuevo. Se produce entonces un conflicto interno que no es claro para el bebé y
que lo manifiesta de la única manera que puede: llorando. La mejor respuesta es siempre asegurarle que están cerca y
ayudarle a ganar confianza para explorar. Indíquele con gestos faciales o señales que está haciendo lo correcto. Esto será
muy importante en este momento en el que será otra persona quien la cuide. Si bien el proceso de adaptación puede ser
fácil y rápido, prepárese por si no es así. Necesitará suficiente tiempo y paciencia. Permita que se familiarice poco a poco
con las nuevas personas mientras está con usted. Dígale que usted tiene que irse y que volverá a determinada hora. Por
ningún motivo se escabulla sin que la vea; aunque la rutina de la despedida sea dolorosa, necesita confiar en su palabra.
Inventen un juego para la despedida. También puede ser útil un objeto de transición tal como una frazadita, peluche u objeto
especial que pueda llevar a la guardería o que conserve cuando llegue la persona que la va a cuidar. Pidan la colaboración
de los nuevos cuidadores para que le permitan cargar ese objeto especial mientras se adapta al nuevo entorno. Algo que
hay que tener presente es que el valor del objeto no es tanto por la forma sino por el olor, por eso ¡no lo laven para que lo
lleve limpio el primer día a la guardería! Estarían eliminando por completo el apoyo emocional que ofrece el objeto.
Por otro lado, esta nueva etapa de independencia marca una época de “negatividad” que se extiende más allá de los dos
años. Su explicación es que además de tener independencia en el movimiento, los bebés empiezan a experimentar
independencia en sus decisiones y emociones: empiezan a descubrir que pueden elegir a su antojo y enojarse cuando lo
deseen. Están aprendiendo a tener control de sus emociones y la intensidad con la que las experimentan los hace
fácilmente romper en llanto y hacer berrinches por situaciones “en apariencia insignificantes para nosotros”. La mejor
respuesta es dejar que liberen el “vapor” cual si fueran “ollitas de presión”. Quédense a su lado para demostrarle que no la
abandonarán cuando tenga esos arrebatos; cuando esté un poco más tranquila acérquense, abrácenla y díganle lo mucho
que la aman. Describan con palabras la emoción que la bebé pudo haber experimentado tal como “¿Te sentías enojada? o
¿Estabas molesta?”, expliquen por qué no pudo tener lo que quería, si ése fuera el caso, y denle otras opciones.
Ya la ayudaron a dar sus primeros pasos, ahora las necesita para ayudarle a aprender a controlar y expresar sus
emociones. ¡Adelante!

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Nota: En esta sección se ofrecen consejos prácticos para cada pregunta con base en la teoría existente y los criterios propios de la Asociación Guatemalteca De Padres a Hijos. Para abordar a profundidad cada tema y tratar cada situación específica, se recomienda la consulta directa con un psicólogo u otro especialista.
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Preguntas que los padres nos hacemos con más frecuencia
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