Hemos destinado esta sección para tratar de resolver las dudas que con frecuencia tienen padres y madres
de familia respecto a sus hijos.  Incluiremos las preguntas que nos envíen desde el formulario que aparece
en la página principal.
Utilice la opción de búsqueda para encontrar fácilmente temas
específicos abordados en las distintas secciones del sitio:
56. ¿Por qué escupen los chicos?

Entre el primero y los tres años de vida escupir puede aparecer naturalmente como una forma de defensa
del niño o de la niña que aún no ha adquirido habilidades de comunicación y negociación. Es su manera de
manifestar su inconformidad.  También puede surgir en los niños y las niñas por imitación. Si en el centro
escolar al que asiste o en casa algún otro niño le ha escupido, él o ella capta rápidamente el
comportamiento y lo imita tal como está acostumbrado/a a hacer para adquirir aprendizajes.

Durante los seis años de la primera infancia, y especialmente antes de los tres, el cerebro humano está
“programado” para imitar comportamientos en su afán de adaptarse al medio y reforzar su “humanidad”.  
Por supuesto, si al imitar un comportamiento, no recibe atención ni refuerzo por parte del adulto con quien
mantiene un vínculo afectivo estrecho y a quien ha identificado como su principal referente, sino por el
contrario recibe su desaprobación, el niño o la niña entiende que ese comportamiento que ha imitado no es
válido y poco a poco irá desechándolo. De tal manera que con los niños y niñas que escupen la estrategia
es ignorar lo que hace, especificar lo que se espera que haga con su saliva y proponer mejores opciones
para canalizar sus emociones sin escándalos ni regaños excesivos.

Lo primero que se hace para extinguir cualquier comportamiento negativo en un niño o niña menor de tres
años es ignorarlo hasta donde su seguridad y la relación con los demás lo permitan.  Si el niño o la niña
que escupió recibe inmediatamente la atención (aunque sea por un regaño) del adulto él o ella confirma
que su técnica para llamar la atención surte efecto.  Por otro lado, tampoco es conveniente hacer mucho
aspaviento por lo que hizo, si nunca había escupido y ahora lo hizo, posiblemente sus emociones llegaron al
límite y se sintió acorralado/a, por lo que reaccionar de manera enérgica únicamente lo asustaría más de lo
que ya está por haber hecho algo que no había experimentado antes.

El segundo paso es decirle, de manera calmada pero firme, que la saliva “se mantiene dentro de la boca”.  
Es importante en este caso que la instrucción que demos esté en sentido positivo.  “La saliva siempre se
queda dentro de tu boca” construye más que “¡no escupas!”.  Puede agregarse que “la saliva sirve para
suavizar los alimentos y que siempre evitamos que se salga de nuestra boca” o bien que “la saliva tiene
gérmenes y por eso no la compartimos”, aún cuando son construcciones con ideas aparentemente
complejas, al niño o la niña le damos un elemento nuevo a partir del cual construir aprendizajes. Si no lo
había escuchado antes, seguramente, aunque no sea evidente, la idea de que la saliva “sirve para suavizar
los alimentos” o que “tiene gérmenes” se quedará dando vueltas en su cabecita buscando la manera de
comprobarlo. .

Finalmente, es muy importante tener en cuenta los sentimientos del niño o de la niña que escupió, por lo
que habrá que preguntarle cómo se siente y si no es capaz de describir sus sentimientos, ayudarle
diciéndole que entendemos que se siente molesto porque el otro niño o niña tiene el juguete que él o ella
quería, por ejemplo, pero que podemos buscar una mejor opción para que los dos se sientan bien. Algunas
opciones para los niños entre dos y tres años podrían ser, pedirlo “por favor”, negociar el tiempo que lo va
utilizar y jugar con otro juguete mientras espera su turno, desistir del juguete e involucrarse completamente
en otra actividad.  A los niños menores de dos años, es mejor entusiasmarlos con otro juguete o actividad
para que pierdan el interés por lo que motivó el conflicto.

Situaciones como ésta en la que los niños y las niñas escupen o muerden descontrolan a los adultos a
cargo, pero son “oportunidades de oro” para inculcar hábitos de convivencia armónica y pacífica con los
demás.


57. ¿Cómo debe ser la participación de los padres en las tareas escolares para que los niños al
mismo tiempo que se sientan apoyados tengan seguridad en que pueden trabajar por ellos
mismos y así aprender realmente con sus tareas?

Muchas gracias por su pregunta. Las tareas escolares sirven a los padres para darse cuenta de lo que su
hijo o hija está aprendiendo en el centro escolar. También sirven a los niños y a las niñas para reforzar lo
que trabajaron en clase con su maestra.

Es muy frecuente caer en el error de hacerles las tareas a los hijos por ayudarlos.  En realidad esto no es
ayuda alguna para su desarrollo.  Las tareas bien diseñadas cumplen la finalidad de reforzar destrezas y
conocimientos en los niños y las niñas.  Cuando la tarea consiste en recortar de una revista, por ejemplo,
es fundamental que sea el niño o la niña quien la realice por completo, desde elegir lo que va a recortar
que apoya el seguimiento de instrucciones, la claridad de los conceptos, la discriminación visual y la
sensación de logro, entre otras capacidades; hasta recortar y pegar el elemento pues de esta manera
fortalece la motricidad fina, la coordinación óculo-manual y la orientación espacial.  Por otro lado, al dejar
que sea el niño o la niña quien se encargue de realizar sus tareas y dejarlas listas para el día siguiente, se
fomenta su sentido de responsabilidad.  A su corta edad, los niños y las niñas de preescolar son capaces
de guardar sus objetos personales en su mochila, las hojas en una carpeta, etc.  La ayuda que necesitan
del padre y de la madre consiste en que destinen el tiempo para que el niño o la niña realice sus tareas en
un ambiente agradable y un lugar cómodo e iluminado, con los materiales que necesita al alcance y con la
seguridad de que puede recurrir a sus padres para obtener ideas sobre cómo ser más eficaz y eficiente, así
como recordarle lo que le falta por hacer y supervisar la rutina en general.  

Otra cosa que debe evitarse es el “perfeccionismo” y el “mejorarle” lo que hace, ya sea un recorte o un
dibujo.  Lo que el niño o la niña hacen debe quedar así, tal cual él o ella lo hizo.  De esta manera, la
maestra o el maestro puede tener una idea clara de los logros de su alumno o alumna y las áreas en las
cuales aún necesita acompañamiento y reforzamiento.


58. A veces pienso que se me hace muy difícil hacer que mi hija de casi 4 años me haga caso, me
contesta o me hace algún ademán como muestra de no querer hacer lo que yo le pido, en cambio
con mi esposo es muy obediente y sigue en su mayoría todas las instrucciones, que tip o que
artículo me recomiendan para que me gane la autoridad sobre mi hija o cómo debo hacerlo.
Gracias!

Es muy interesante su pregunta.  Para entender el comportamiento de su hija se deben tener en cuenta dos
aspectos importantes en la etapa de desarrollo en la que se encuentra.  El primero es la preferencia normal
y natural de las niñas entre los tres y los seis años por su padre (y los niños por su madre).  Esto se refiere
al complejo de Elektra identificado por el famoso psicólogo Freud en su teoría psicosexual del desarrollo.  Si
bien, el análisis de Freud relativo a esta etapa es discutible, sí es cierto que niños y niñas en esta etapa
refuerzan su rol como hombres o mujeres a través de la interacción con su progenitor del sexo opuesto.
Esto significa que su hija ha visto cómo usted trata de agradar a su papá y la imita a su manera. Esta
relación padre e hija puede llegar a ser tan fuerte que la verá a usted como rival en la competencia por el
amor de su padre.  El comportamiento es absolutamente NORMAL en esta etapa, aunque si fuera excesivo
posiblemente valdría la pena la consulta con un especialista. Para salir con éxito de esta nueva etapa en el
desarrollo de su hija, lo primero es entender este momento por el que atraviesa y al entenderlo evitar
interferir en esa relación sino por el contrario propiciar momentos en los que esté con su padre y cuando
estén los tres, que sea él quien se encargue de las rutinas más importantes del día.  Ceder un poco,
disminuirá esa lucha entre ustedes.

Antes de continuar al segundo aspecto, vale la pena llamar la atención entre poder y autoridad.  La
autoridad se gana mientras que el poder es inherente al rol y en ocasiones, quien no se ha ganado la
autoridad, recurre a su poder para imponer sus órdenes.  Si su esposo logra que su hija sea obediente a
través de la imposición y el temor, este mecanismo es absolutamente incorrecto y estará inculcando en su
hija perspectivas erróneas de interacción. Si por el contrario, su esposo se ha ganado el reconocimiento de
su hija como persona de autoridad a través de una interacción afectiva y flexible, vale la pena observar lo
que hacen cuando están juntos e imitar “sus técnicas efectivas” para lograr que su hija haga lo que se
espera de ella.

El segundo aspecto que es necesario considerar es el desarrollo de la voluntad en esta etapa.  A partir de
los dos años, los niños y las niñas se dan cuenta de que pueden pensar y decidir de manera diferente a
sus padres e intentan confirmar esta nueva habilidad en casi cualquier actividad que sus padres proponen.
¿Cómo entonces lograr que hagan lo que los padres queremos? Hablándoles en su lenguaje: el juego.  
Para lograr la mayoría de actividades rutinarias, jugar es la mejor opción.  Contar es una forma de jugar.  
Para que vaya al baño a lavarse los dientes, contar del uno al tres, sin haber proferido amenaza alguna por
supuesto, en muchos casos es suficiente.  Si se hace de manera cómica y pausada para permitir que se
desenganche de la actividad en la que estaba concentrada, al llegar “al tres” estará más que dispuesta a ir
“marchando” o “cabalgando” hasta el cuarto de baño.  Eso de jugar puede en ocasiones chocar con la
“seriedad del adulto” y pensarse que de esta manera no se le está disciplinando, pero debe siempre
tenerse en cuenta que la manera de entender el mundo del niño o de la niña menor de seis años es muy
diferente a la del adulto.  “Un poquito de azúcar toda purga endulzará...” es lo que dice Mary Poppins, una
excelente película para hacernos ver cómo los mejores medios para entendernos con nuestros hijos son la
fantasía y el juego.

Les deseamos una hermosa relación entre ustedes.
© Derechos reservados, 2004-2007.
Nota:  En esta sección se ofrecen consejos prácticos para cada pregunta con base en la teoría
existente y los criterios propios de la Asociación Guatemalteca De Padres a Hijos. Para abordar a
profundidad cada tema y tratar cada situación específica, se recomienda la consulta directa con
un psicólogo u otro especialista.
Preguntas que los padres nos hacemos con
más frecuencia
Leer más preguntas